


De morro vivía cerca de un mercado y tenía que ir por lo menos 3 veces al día, por las tortillas, por la carne, etc. Mi problema era cuando me mandaban por el epazote, el cilantro o el perejil -nunca entendí la diferencia- para mí todos eran pasto; recuerdo que me regañaban porque siempre traía lo que no era.
Esta pintura me recuerda a esos momentos en los que las madres o abuelas van al mercado planeando el menú del día para la familia.